BIENVENIDA

Hola a todas y todos.
Inicié este blog como posible escaparate de la grave situación que vivimos los profes de religión durante el curso 2008-09 (de ahí la noche de fondo en la cabecera).
Más tarde pasé a dedicarlo a reflexiones sobre nuestra labor como docentes y a la educación en general.

A fecha de mayo de 2016 andamos de nuevo liados, con decretos de la Junta de Extremadura que nos pueden hacer mucho daño como trabajador@s suyos que somos. Vuelvo a recoger escritos relacionados con nuestro conflicto, que parece eterno y que siempre resulta contaminado de ideología en los debates, no tanto en las realidades de los centros.
En mi dirección
nanemarin@gmail.com podéis comentar las realidades concretas (tanto avances como problemas) de cada uno y las colgaré aquí mismo.
Seguiré de todos modos recogiendo textos, enlaces, vídeos pillados de aquí y allá y reflexiones mías-nuestras relacionadas con nuestra tarea educativa.


Ánimo.



miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Enseñanza religiosa escolar? Estupendo artículo de José Moreno Losada

"Una escuela que no sirve, no sirve para nada"

José Moreno Losada, 04 de mayo de 2016
No tiene, ni puede tener sentido esta violencia permanente frente a esta realidad que está tan normalizada e integrada en nuestro sentido de escuela.
Una escuela que no sirve, no sirve para nada. Lo peor que puede ocurrir en este sentido es que la escuela se entienda como un instrumento para servirse de ella, para sacarle provecho propio, entonces el bien interno de la misma queda confundido y pervertido, en las instituciones políticas, sociales, culturales y eclesiales, que deberían tener como criterio básico el servicio de a la comunidad, sin buscar intereses propios.
Traigo el tema a colación de la problemática que está suponiendo la pretendida reducción de la presencia de la Religión en la Escuela - ahora en Extremadura- como enseñanza dentro del currículum escolar de secundaria y bachillerato. Tensión que se viene produciendo continuamente de un modo irracional, porque de ninguna manera la viven a diario ni los alumnos, ni los padres, ni los profesores de religión en su relación con los otros, salvo anécdotas y excepciones que nada tienen de generales. Lo general suele ser de una convivencia sana, agradable, positiva, de un ejercicio de libertad y de pluralidad excelente.
Marionetas y fundamento
Ni que decir tiene que este baile no es solo con la enseñanza religiosa escolar, sino con la escuela, no tenemos que ver nada más que lo que están siendo las leyes de educación a nivel estatal y las correspondientes adecuaciones autonómicas de las mismas. Aquello que podría hablar de proceso, perfección, profundización, pluralidad, servicio, bien público y comunitario, estabilidad, se convierte en incertidumbre, mareo, tensión, conflicto, pelea, desprecios, exclusiones. Y como marioneta de esta sin razón entra en juego, como muñeco de feria al que se le puede tirar con escopetas de mal ajuste, la enseñanza religiosa escolar, aunque tampoco faltan otras. Sabiendo que en nuestra región los problemas más graves son la pobreza y el fracaso escolar, que suelen ir juntos.
Por qué violentar lo pacífico
Sin entrar en otras valoraciones, solamente datos muy sencillos, la cantidad de ciudadanos que eligen para sus hijos en edad escolar esta materia como optativa en las escuelas públicas, los que eligen y desean colegios de inspiración religiosa, los que la eligen en bachillerato cuando tiene consideración normal, los profesores que la imparten, los alumnos universitarios de magisterio que optan por prepararse optativamente para poder impartir la enseñanza religiosa escolar, atendiendo a su pedagogía y didáctica específica -tarea en la que llevo veinte años en la universidad de Extremadura-. Por otra parte, la realidad social, cultural y religiosa que nos rodea y forma parte de nuestra historia y común acervo, amén de la interculturalidad e interreligiosidad en la que tenemos y debemos saber vivir. La necesidad de una educación sana y no excluyente en el ámbito de lo religioso para evitar todo extremismo y fundamentalismo en el mismo, creo que no hay que explicar mucho este dato en los momentos que estamos viviendo en la actualidad.
Distingamos
A esto se une la clara distinción entre catequesis y enseñanza religiosa escolar, con un currículum elaborado con objetivos y contenidos claros, como los de cualquier materia, y conectados directamente tanto con las áreas de conocimiento así como con el desarrollo de las competencias básicas. De esto hay un desconocimiento total en los que hablan de la religión en la escuela -incluida la universidad- y, sobre todo, de los que consideran que anularla es liberar o educar a los alumnos. La realidad de valores que implica la verdadera enseñanza religiosa escolar y la conciencia de ciudadanía y servicio que genera su visión de lo humano y lo común, a nivel local y universal. Amén del sentido de la vida.
Pero además, miremos a toda la comunidad europea y veamos cómo se establece esta presencia de la enseñanza religiosa escolar en el ámbito escolar, tomemos nota de la racionalidad y lo razonable de los planteamientos que se dan en ellos, así como de las razones con que lo fundamentan y no queramos ser más que nadie.
Considero normal que se exija una buena enseñanza religiosa escolar, que distinga lo que es la formación catecumenal e iniciatoria que se hace en las comunidades cristianas, generalmente en las parroquias o en espacios religiosos específicos, fuera de horarios y reglamentos escolares, basada en pedagogías y didácticas muy distintas a las escolares, con personas preparadas para ello de un modo distinto a cómo se preparan los profesores de religión. Pero no tiene, ni puede tener sentido esta violencia permanente frente a esta realidad que está tan normalizada e integrada en nuestro sentido de escuela y que convive perfectamente en una realidad de optatividad y pluralidad.
Profesores heridos y el diálogo
Los profesores de religión se sienten violentados, como cualquier otro colectivo de trabajadores de la enseñanza, y sus lemas tienen que hacerlos tan duros como los demás, para poner en la mesa su dolor, sus miedos, su inestabilidad y la poca valoración de su formación y su quehacer, pero la verdad es que junto a sus reivindicaciones, yo solo pediría que la Escuela sea respetada en su verdadero bien interno: "la educación integral de los alumnos en todas sus dimensiones sin excluir la trascendente".
Nadie debería, porque es un valor sagrado, querer poner la escuela para su servicio; respetemos esta realidad que pertenece a la sociedad, que debe estar en mano de la ciudadanía, especialmente de los padres de los alumnos, y entendamos que todos los demás, todas las instituciones -políticas, sociales, eclesiales- no hemos de hacer otra cosa que respetar totalmente ese bien interno y no corromperlo. Hacerlo de otra manera es herir, excluir y romper lo que hoy es armonía en medio de un mundo que no anda sobrado de interculturalidad ni de interreligiosidad. Exijamos que la enseñanza religiosa escolar sea realmente lo que su nombre indica y nos encontraremos todos. Y por favor dialoguen y escuchen a la comunidad educativa de base, los padres en primer lugar. Seguro que es posible un buen diálogo entre instituciones, especialmente la Junta de Extremadura y la Provincia eclesiástica.

martes, 19 de mayo de 2015

Para hoy

El aprendizaje del siglo XXI está basado en buscar una pregunta en un caos, no una respuesta en un orden.

martes, 10 de julio de 2012

El presidente de Uruguay, sabias palabras

El desarrollo no puede ir en contra de la felicidad humana, sino a su favor, a favor del amor encima de la tierra, de las relaciones entre las personas... el primer elemento del medio ambiente se llama FELICIDAD HUMANA

jueves, 3 de mayo de 2012

Sor Lucía Caram: "Jesús pasó por este mundo quitando cruces, no poniéndolas"

Copio esto de un artículo de digitalextremadura.com, que podéis leer entero aquí

"Me gustaría mucho que la Iglesia organizara un Congreso de la Alegría"
"Esta crisis puede servirnos para darnos cuenta de que muy pocas cosas son importantes"
or Lucía C

[Img #17208] (Jesús Bastante).- "Descubrí que mi claustro no son los límites del monasterio, sino el mundo". Sor Lucía Caram es monja dominica, sin pelos en la lengua y la alegría a flor de piel. Tal vez por ello acaba de participar en el II Congreso sobre la Felicidad, celebrado en Madrid y auspiciado por la Fundación Coca-Cola. "Me gustaría mucho que la Iglesia organizara un Congreso de la Alegría", afirma.

-¿Cómo estás, sor Lucía? ¿Feliz?
-Feliz y con las pilas cargadas después de la experiencia del Congreso de la Felicidad, habiendo conocido a tantísima gente tan interesante, que también está buscando la felicidad.

-¿Cómo se habla de la felicidad en el mundo de hoy?
-Se habla de ella desde diferentes puntos de vista, pero creo que al final todos terminamos coincidiendo. Coca-Cola, cuando hace los estudios de la felicidad, pregunta a todo el mundo qué es la felicidad, y uno se encuentra con cosas muy variadas. Cuando hablan los diferentes especialistas, como los que hemos tenido estos días (Rojas Marcos, un monje budista, y gente que desde diferentes ámbitos de la ciencia explica la felicidad), encuentras con que algunos aseguran que incluso genéticamente estamos "programados" para la felicidad. Todo tiene que conspirar para que seamos felices. Es una riqueza impresionante saber que nuestra vocación es la felicidad, aunque algunos se equivoquen de camino. Todos buscamos la felicidad, que es algo que tenemos dentro. Lo que hemos compartido en estos días es que la felicidad, darse y compartir son prácticamente sinónimos.

-¿Quien ama es feliz?
-Sí, yo creo que ésa es la conclusión a la que hemos llegado. Cuando te preguntan si alguien que está en una situación de pobreza y sin dignidad es feliz... no queda claro que el que menos tiene sea más feliz. De lo que te das cuenta es que lo que ayuda a la gente a salir adelante, y lo que les da la felicidad, es amar y sentirse amado por alguien. Y esto es un motivo para salir más allá de su situación.

-Cualquiera diría que es un poco al revés, que estamos más predispuestos a la nostalgia, al pesimismo... ¿No se come el ser humano demasiado la cabeza?
-Yo me alegré mucho de que se organizara un Congreso de la Felicidad. Me gustaría mucho también que la Iglesia organizara un Congreso de la Alegría, o que tuviera una presencia muy significativa porque, en una situación tan crispada como la que estamos viviendo en estos momentos, parece que nos estamos diciendo: "La vida es triste, hagámosla peor". En medio de eso, hay gente que dice que tenemos que ir ligeros de equipaje por la vida, tener una actitud positiva, implicarnos en el cambio, creer que es posible... Y esto te recarga las pilas porque te hace creer que el cambio ya ha empezado, porque somos muchos los que estamos en lo mismo. En realidad las cosas no han cambiado, pero ese tono vital te hace asumirlas de otra manera.
-¿No hay días que es muy complicado tener esa actitud feliz?
-No tenemos las cosas fáciles. Pero yo, la verdad, cada día me siento con más fuerza. Estos días me preguntaban cuál es la receta de la felicidad. Yo creo que consiste en hacer un camino de retorno al propio corazón, reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra historia, y descubrir de lo que somos capaces. A partir de ahí, abrir los ojos y contemplar a la humanidad, a las personas que tienes a tu alrededor, crear un puente y salir de ti mismo. No puedes volver egoístamente a tu mundo y tus problemas cuando ves todo lo que está pasando. Eso también es un estímulo para trabajar con los otros, y cuando ves que son muchos los que crean alternativas, los que quieren dar su tiempo... te da una fuerza impresionante. Yo creo que es muy importante darnos tiempo para procesar las cosas, para que todo repose. Pero no podemos perder el tiempo: hay gente que lo está pasando muy mal. Y todos somos corresponsables. No podemos decir "éste no es mi problema", porque luego tendremos otro problema más grande. Con lo cual, esta maldita crisis que estamos viviendo, yo creo que está siendo una bendita oportunidad de compromiso, de solidaridad, de darnos cuenta de que nos habíamos creado muchas necesidades absolutamente prescindibles, y que muy pocas cosas son importantes. Posiblemente sólo una es importante: amar y sentirnos amados.

-¿La Iglesia no muestra su cara alegre? ¿Remarca lo negativo, lo oscuro, la parte pecaminosa... como si estuviera enfadada? ¿Cómo cambiamos el chip?
-Yo creo que todavía no nos creemos que estamos salvados, y que la Salvación es un don. Todavía estamos en el Viernes Santo, y parece ser que no lo hemos superado.

-¿Estamos en tiempos de Resurrección, y nos seguimos comportando como en tiempos de muerte?
-Totalmente. No hemos entendido el mensaje de Jesús. No quiero que nadie me malinterprete, pero piensa que nosotros empezamos la Cuaresma poniéndonos ceniza en la cabeza, cuando Jesús decía: "Vosotros, cuando ayunéis, no seáis como los hipócritas y los fariseos. Perfumaos, y que nadie note vuestro duelo".
Por otra parte, pienso que cuando vas a una celebración, a una misa, la palabra celebración, precisamente, no se corresponde con la cara de la gente. Vamos a la "celebración" de la misa y, ¿qué estamos celebrando? ¿Qué cara ponemos cuando nos damos la paz? Yo creo que no hemos descubierto aún lo que es la eucaristía.
Estos días he reflexionado mucho, y para mí el gran descubrimiento fue que lo central de nuestra vida es la eucaristía. Jesús antes de marcharse de este mundo invitó a sus amigos para tener una cena con ellos. Yo creo que lo que define a un cristiano son tres cosas: ser amigo de Jesús, lavarnos los pies (servirnos mutuamente, el deseo de unidad...), y repartir el pan. Como dice Benedicto XVI: "Nos estamos devorando unos a otros". Y el pan es para compartirlo. A partir de ahí nace la convicción absoluta de que la única religión válida es la del amor. El amor que se hace servicio. Lo demás es una profanación del nombre de Dios y de la religión. Si tuviera que definir ahora mismo a los cristianos, diría que somos unos pésimos vendedores de un gran producto.

-¿No tenemos estrategia de marketing?
-No, porque no nos la creemos. A veces nos pesa demasiado la estructura, el dogma, la norma. Una de las cosas que decía Punset estos días, en el Congreso de la Felicidad, es que estamos asistiendo a la caída del "imperio del dogma".

-¿No es muy difícil, para una institución que ha sobrevivido tanto tiempo y a tantos cambios, quitarse de encima ciertos atavismos, ciertas inercias jerárquicas?
-Sí, pero si no nos sacudimos este tipo de inercias, nos quedan dos telediarios. Lo que tenemos que hacer en este momento es reciclarnos en el silencio, volviendo a la fuente (al Evangelio), y viendo qué es lo realmente esencial y qué es prescindible. Jesús pasó por este mundo precisamente quitando cruces, no poniéndolas. Y si la gente no viene a nosotros, a lo mejor lo que tenemos que hacer es ir a buscarlos.
Un joven me decía, a partir del spot publicitario del Día de las Vocaciones de los seminarios, que no entendía eso de rezar por las vocaciones. "Si vosotros hicierais algo que fuera realmente interesante, la gente vendría. No tendríais que suplicar", me decía. En América Latina nos quejamos de que muchas veces la gente de determinada zona se va al seminario para mejorar su estado de vida, para tener la vida asegurada aunque sea con un trabajo no muy bien pagado. Queremos desesperadamente que vengan, pero no sabemos lo que tenemos entre manos. Si ofreciéramos un espacio en el que se sientan bien, trabajaríamos juntos.
[...]
Escuchando a la gente, nos dimos cuenta de que lo que hacía falta era trabajo. Pero también hemos pensado que cuando salgamos de esta situación de crisis, tenemos que ir hacia un planteamiento de un decrecimiento económico. Nos hemos creado muchas necesidades que son totalmente prescindibles, y por otra parte nos estamos cargando el planeta. Por tanto, tenemos que crear trabajo, no de cualquier manera.

-¿De manera sostenible?
-Exacto. Estamos creando, por ejemplo, una cooperativa para trabajar el campo, con personas que vienen a la Plataforma de Alimentos. Hemos creado unos talleres de convivencia con mujeres de la Plataforma y voluntarias. Y todas aprenden. Hay algunas usuarias que son profesionales, y que enseñan al voluntario. Y así, juntos, ver si podemos crear una cooperativa para que mujeres que hace 10 años que no salían de cada puedan recuperar su autoestima. Y, por otro lado, que comiencen a ganarse algo por ellas mismas.
También estamos construyendo un albergue para gente que está en la calle. Y yo llevo ya unos meses pidiendo un espacio para construir un centro de día donde la gente pueda ducharse, por ejemplo. A mucha gente le han cortado la luz, le ha cortado el agua. Un centro de baja exigencia, pero que dé respuesta a esto. Ésta es una de las frustraciones que tengo, una espinita clavada. Pero me dicen que lo conseguiré, así que seguiré insistiendo.

-¿Qué hace una monja de clausura pasando tanto tiempo fuera? ¿No te dirán los críticos que la clausura es estar dentro, que estás haciendo demasiadas cosas? ¿No te preguntan que por qué te metiste a monja de clausura, si estás todo el tiempo fuera del convento?
-Yo entré en la vida religiosa porque quería hacer cosas para ayudar a la gente. Después de formarme, estudiar teología y estar unos años en frenética actividad, trabajando en las villas del gran Buenos Aires, sentí una profunda nostalgia, o necesidad, de algo más. No sabía bien qué era. Fue cuando di el paso y entré al monasterio. [...]
Con toda la fuerza y la inquietud que tenía dentro, descubrí que la vida contemplativa no era sólo contemplar para adentro, sino contemplar, como dice Felicísimo Martínez, "con los ojos abiertos". Esto me cambió la vida porque, si tú ves, no puedes quedarte con los ojos cerrados. Es la imagen de la zarza que arde sin consumirse. ¿Qué es lo que le inquieta a Dios? Que ha oído los clamores de su pueblo y no lo puede soportar. Por eso nos envía. La gran manifestación mística y espiritual a Moisés es ésta: que Dios no lo soporta, y nos envía.
A partir de ahí fue todo movimiento: descubrí que mi claustro no son los límites del monasterio, sino también el mundo. Reconozco que es un caso atípico, por eso tengo una vida muy activa. Pero gracias a mi comunidad y a mi estilo de vida, tengo también mucho tiempo de contemplación y de estudio. Mi día empieza a las 5 y media de la mañana, y hasta las 9 y media o 10 de la mañana, estoy dedicando mi tiempo a la oración y a la reflexión. Si no, sería imposible hacer lo que estoy haciendo. [...]
Dicen que todos los dominicos siempre tienen que citar a Santo Tomás. Pues bien, Santo Tomás, cuando se pregunta por la vida activa y la vida contemplativa, y por cuál de las dos es lo más perfecto, llega a la conclusión de que la vida mixta. Porque es mejor arder e iluminar, que sólo arder o sólo iluminar. Para iluminar tienes que arder. Nadie da lo que no tiene. Por tanto, mi lema, en este sentido, es "contemplar y dar lo contemplado".

jueves, 9 de junio de 2011

Interesante reflexión de Antonio R. de las Heras


#metaforasparalaRed:
la megalópolis de Internet necesita la escala humana de los barrios

El uso de la metáfora de la ciudad para visualizar la Red es tentador.
Todo lo que encontramos en una gran ciudad
lo podemos hallar también en el mundo virtual de la Red.
Bibliotecas, bancos, cines, tiendas, escuelas y universidades, administraciones...
lugares de libre acceso
y lugares de entrada previo pago.
Calles por donde transita la gente,
parques y plazas donde se encuentra y conversa,
y lugares de privacidad,
como las viviendas,
en donde lo que haces no lo muestras públicamente,
y lo proteges bajo llave.
Ha habido, como en la ciudad,
una intensa migración
(aquí no del mundo rural al urbano,
sino del analógico al digital),
y sigue el movimiento.

Es normal que en la Red
mucha gente se encuentre igual que cuando se llega a una gran ciudad:
desorientada y recelosa;
estimulada por tantas ofertas en ella contenidas,
pero a la vez con el vértigo de un espacio urbano inabarcable.
Hay lugares acogedores y confiables,
y calles poco recomendables.

Y es natural también
que se cuide de los niños,
que salen acompañados,
y haya preocupación por adónde van los adolescentes.

Los potentes buscadores en Internet
son como el servicio de transporte urbano,
que si lo sustenta una buena red
puede llevar a la persona a cualquier punto de la ciudad.

Pero el habitante de la gran ciudad
se encontrará plenamente instalado
cuando sienta que la ha acomodado a su escala.

Esa es la función del barrio.
La persona tiene a su alcance lo que regular y frecuentemente necesita,
y es reconocida por el vecindario.
La Red tiene abierto este proceso para que la megalópolis no engulla al ciudadano.
Que pudiendo llegar a cualquier lugar de la inmensa ciudad,
se tenga un entorno cotidiano próximo,
reconocible, manejable.
Y este proceso marcará los próximos pasos evolutivos de la Red.
Para ello hay que aceptar tener una imagen especular,
cada vez más fiel,
al otro lado de la pantalla.
De tal manera que cuando se entre,
sea reconocido y se cree el entorno adecuado
en donde se muestre lo que necesita,
y nada más que eso,
sin que por ello se le prive de llegar a cualquier otro punto.

Sólo con esta evolución de la Red,
basada en la especularidad http://bit.ly/lVaiYo,
no presentará serias disfunciones en un futuro muy próximo.


 Y OTRA
La perturbación por el desdoblamiento que supone la imagen fotográfica,
es la misma que la que ha provocado la imagen del espejo
o el reflejo en la superficie del agua.
Y que ha alimentado tantas historias y tantos temores.

¿Qué me quita la imagen?
¿Qué pierdo?

Ahora nos ponemos además de delante de un espejo o de una cámara
ante una pantalla electrónica.
La Red a la que está conectado el ordenador
origina también un fenómeno especular:
por el momento la imagen es borrosa,
poco definida,
pero la huella de nuestra presencia ante este espejo digital que es la Red
producirá cada vez un reflejo más nítido.

La evolución de la Red la podremos escalonar con denominaciones como 2.0, 3.0...
sin embargo hay un proceso continuo marcado por su especularidad.
Es decir,
por el desdoblamiento especular de cada uno de nosotros en su imagen digital reconocible.
Estamos sólo al principio,
pero este proceso es necesario para que podamos movernos en un espacio digital
que, si sólo creciera -como lo está haciendo-
y no se conformara progresivamente a nuestra medida,
sería apabullante e intratable.

Hay personas que recelan de tal desdoblamiento,
de que aparezcan al otro lado de la pantalla
unos rasgos que permitan la identificación.
Optan también por taparse la cara.
Pero se irá debilitando esta resistencia
cuando se vaya conociendo mejor cómo funciona el espacio digital
y la lógica que sustenta la especularidad.

martes, 26 de enero de 2010

martes, 17 de noviembre de 2009

Lo más básico: la materia prima.

Como bien decía un compañero de instituto ya jubilado, los niños y niñas, adolescentes y jóvenes son nuestra materia prima, y la materia prima de un artista es la que es, no nos podemos quejar: ¡qué malos materiales nos dan para trabajar con ellos! y quedarnos tan tranquilos.

Pues bien, resulta que la materia prima ya no es lo que era (eso han dicho los mayores de todas las épocas respecto de los que vienen detrás, a los que tienen que educar). Y al fin y al cabo, los jóvenes no son sino el producto de la sociedad en la que les hacemos crecer, con sus valores y sus miserias.

Y quizá nos pasa a muchos de los que nos dedicamos a estas labores que no sabemos qué materia prima tenemos delante, no sabemos más que por aproximación (en muchos casos muy tópica) qué jóvenes son los de ahora. Como consecuencia quizá tampoco sabemos qué lenguaje hablarles para que nos entiendan (y atiendan, sí) y, sobre todo, para que les interese lo que les contamos y les interese contarnos lo suyo, que también tiene que estar en la educación.

Tenemos unos jóvenes* más rápidos y listos que nunca, pero poco protagonistas y con muchas dificultades para comprometerse en procesos largos, que necesitan experiencias intensas que marquen sus vidas.

Jóvenes faltos de ideologías o metas a largo plazo, pero que valoran lo afectivo, lo cercano y vivencial, y que necesitan por tanto un lenguaje claro, experiencial y narrativo.

Jóvenes muy satisfechos y comodones, víctimas del "efecto gusanito" (que mata el hambre del buen jamón con sucedáneos de felicidad) pero que necesitan encontrarse y compartir, vivir en red, experimentar la "comunión".

Y por último, jóvenes con unos referentes muy de cartón piedra (los triunfitos o Los Simpson se desmigajan a poco que se les rasque), que necesitan compañeros -referentes adultos o no tanto- de camino que les acompañen desde la autenticidad, no desde la imposición.

Quizá con esto nos podamos ir planteando un buen cambio de chip a la hora de acercarnos a nuestra materia prima y a la hora de programar lo que queremos transmitir en nuestra asignatura.

Pues nada, a jugaaaaaaaaaar.

* Extraigo y comento estas características del documento "Cambio de chip: el joven de hoy y el animador que requiere" de la Delegación Diocesana de Pastoral con Jóvenes de Mérida-Badajoz.